El Despertar Oscuro y la Magia de la Destrucción

Publicado el 24 de febrero de 2025, 11:37

El Despertar Oscuro y la Magia de la Destrucción

En el sombrío mundo de Buenos Aires, Gabriel había encontrado un nuevo camino hacia el crimen, una senda que lo consumiría en las sombras del terror y la desesperación. La rutina diaria ya no lo contentaba, y su deseo de poder y control lo empujó a nuevos límites. Consiguió un puesto de auxiliar de vigilante en una estación de autobuses, en la empresa de seguridad donde tanto había soñado trabajar. La fascinación por los traslados de dinero y las alarmas le dio un propósito macabro: desde dentro, sería el conductor de un furgón blindado. Nadie sospecharía de él, el mismo chico que había hecho de las joyas y el dinero su única religión.

Pero, mientras Gabriel se infiltraba en el sistema con una falsa apariencia de calma, una sombra oscura comenzó a crecer dentro de él. En sus pensamientos, la magia oscura empezaba a susurrarle, alimentando su hambre de poder. Desde la primera vez que le dieron la oportunidad de entrenar junto a los agentes de la policía federal, algo dentro de él se despertó. No solo la adrenalina de estar cerca de los enemigos de su vida criminal, sino algo mucho más profundo. El poder de la magia oscura le rozaba la piel cada vez que veía un policía, cada vez que sentía el peligro acechando.

Gabriel sabía que no podía escapar de su destino. Cuando la policía empezó a acercarse demasiado, el miedo y la paranoia lo consumieron. Comenzó a preguntar demasiado a los agentes sobre el atracador que había aterrorizado la ciudad, y uno de ellos empezó a sospechar. La ilusión de una vida tranquila, soñando con un futuro en España lejos de los peligros, se desmoronó cuando el destino se presentó ante él de una manera que no podía evitar: Gabriel fue arrestado.

El Tormento de la Prisión: La Magia Negra Se Desata

El Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A. no era solo un lugar de castigo, sino el escenario donde el alma de Gabriel se retorcería. Los tres días en ingresos fueron solo el comienzo de su descenso. La revisión, el examen, el dolor y la humillación… Gabriel vivió esos momentos con la angustia apretándole el pecho. Pero lo que nadie sabía era que en lo más profundo de su ser, algo se estaba forjando. En su interior, la magia oscura comenzó a tomar forma. Gabriel no solo era un hombre quebrado por su pasado, sino un ser tocado por fuerzas incontrolables que lo empujaban a la destrucción.

El miedo lo acompañaba, pero también la furia de un animal que había sido acorralado. Cuando entró al módulo, lo primero que vio fue el recibimiento de los reclusos, quienes, de alguna forma, entendieron su dolor. Aunque el calor de su bienvenida parecía una ironía en medio de la prisión, Gabriel sabía que todo era parte del juego. Estaba atrapado en un laberinto sin salida, y la magia oscura le ofrecía una salida, pero con un precio muy alto.

A pesar de la humillación, las golpizas, los abusos de los carceleros y las peleas con otros reclusos, algo dentro de Gabriel se retorcía y se nutría de la rabia. Cada golpe, cada abuso, cada palabra cruel, solo alimentaba la furia dentro de él. Sabía que no podría escapar, pero si no podía huir del dolor físico, al menos podría apoderarse del dolor mental. En su celda, mientras sus compañeros lo ayudaban a sobrevivir, Gabriel empezó a hacer sus primeros experimentos con la magia oscura que había despertado en su interior. A escondidas, en la quietud de la noche, recitaba palabras arcanas en silencio, sintiendo cómo una fuerza prohibida lo rodeaba. No podía entenderlo, pero algo dentro de él comenzaba a cambiar.

El Sacrificio: Un Ritual Sangriento

Una noche, en medio de su creciente desesperación y los ataques que sufría de los carceleros, Gabriel sintió un impulso tan fuerte que no pudo resistirse. Se encerró en su celda, cubierto por la oscuridad, y empezó a trazar símbolos en las paredes con su propia sangre. La magia negra que había tocado su alma comenzó a expandirse, reclamando poder. En un susurro, las palabras del ritual comenzaron a llenar el aire de su celda. El poder que invocaba era antiguo, imbuido en su dolor, en su rabia.

Lo que Gabriel no sabía era que al liberar esa magia, comenzaba a abrir portales invisibles que lo conectaban con fuerzas más oscuras, fuerzas que lo observarían con interés. El precio sería alto, pero Gabriel, cegado por su hambre de poder y venganza, no podía detenerse. Sus compañeros de celda no entendían lo que ocurría, pero empezaron a ver cómo el aire se volvía más pesado, cómo la oscuridad que rodeaba a Gabriel parecía engullirlo por completo.

Esa noche, el sufrimiento de Gabriel lo transformó, y la magia negra que había invocado comenzó a tomar forma. Desde esa noche, los carceleros que le habían maltratado comenzaron a caer, uno por uno. De una forma inexplicable, empezaron a sufrir accidentes extraños: caídas fatales, enfermedades repentinas, desapariciones inexplicables. La prisión misma parecía temblar ante el poder que había despertado en Gabriel.

La Caída Final

Pero Gabriel no podía escapar. El poder que había desatado lo mantenía atado a las sombras de la prisión. Cada vez más, se convertía en una sombra de sí mismo, un espectro que caminaba entre los muros grises del Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A. Mientras la magia oscura lo dominaba, su humanidad se desvanecía. Cada golpe, cada herida, cada abuso que sufría, solo alimentaba esa fuerza que lo había corrompido.

La lucha interna era feroz: Gabriel quería escapar, pero sabía que para hacerlo debía pagar un precio mucho mayor. El poder de la oscuridad lo había marcado para siempre. La prisión no era solo un castigo físico; era la prisión de su alma. Sin embargo, aún no sabía hasta dónde lo llevaría ese poder que había invocado.

El futuro de Gabriel estaba marcado por una fuerza que lo empujaba a la destrucción, una magia oscura que nunca podría controlar por completo. Pero la pregunta seguía siendo: ¿cuál sería el siguiente paso en su caída? ¿Estaba Gabriel destinado a convertirse en una leyenda oscura, un monstruo al que nadie podría detener? O, tal vez, ¿quedaría atrapado para siempre en los oscuros pasillos de la prisión de su alma?